sábado, 25 de abril de 2015

Umbra Mortis

Relato 1: el mártir.


   Para cuando lean estas palabras probablemente ya sabrán de mí, tal vez esté muerto o entre rejas. Pero deben saber la verdad: todo lo que hice fue por el bien de todos, pero a veces para lograr un gran bien es necesario hacer sacrificios, tienen que comprenderlo. Yo busco a Anticristo, el asesino sicópata más peligroso de los últimos tiempos, pero ni la policía ni el FBI están preparados para encontrarle, ni siquiera yo. Sólo hay una forma de dar con él y es dejar que él te encuentre, pero para ello hay que llamar su atención y eso sólo se consigue si uno se convierte en una persona despreciable,...

   Ni en sus peores pesadillas encontrarán a una mente tan retorcida como la de Anticristo. Yo le conocí, fue hace muchos años, entonces éramos niños,...a mí y a otros niños nos obligaba a hacer las cosas más perversas que pueda uno imaginarse. Reía y reía mientras nos observaba cometiendo las peores atrocidades,...sus atrocidades. Y no es ya solamente que tenga una crueldad sin límites, o que  pareciese estar más allá de la moral de cualquier mortal; no podrán encontrarle porque acostumbra adoptar identidades falsas y tiene fácil acceso a informaciones secretas de la policía y del FBI. Sus métodos no son los usuales, él no es como el resto de los criminales, siempre se asegura de no dejar ninguna pista y siempre va varios pasos por delante de las autoridades.

   Uno no podría tener la más mínima certeza de qué demonios tiene en su cabeza. Decía ser filósofo y mago, que servía "al padre de la mañana"...probablemente no esté solo. Uno podía a veces ver el brillo del peor de los infiernos en sus ojos, a tal grado de convicción y perversidad que helaba la sangre. No está enfermo, lo terrible es saber que para hacer lo que hace resulta estar más cuerdo que el resto de los mortales, "los locos son los demás", eso le gustaba decir, y que estaba "más allá del bien y del mal". Lo terrible es saber que podía actuar como una persona normal y al mismo tiempo matar con sus propias manos a cualquiera sin perder la serenidad.

   Créanme cuando les digo que este tipo es el ser más abominable sobre la tierra y que nunca le cazarán. Siempre encontrarán una carta suya justo por la zona donde rapta a sus víctimas, siempre con el mismo código extraño:


Mis manos estarán manchadas de sangre, sin duda, y pesará en mi conciencia el resto de mis días. Nuestro destino está sellado, no tengo elección.

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